AStor piazzolla

Astor Pantaleón Piazzolla nació en la ciudad de Mar del Plata, el 11 de marzo de 1921. Sus abuelos eran inmigrantes italianos: los maternos, vinieron de Toscana; los paternos, de la región de la Puglia. Por este motivo, Astor solía bromear con Osvaldo Pugliese, diciéndole que él también era un “pugliese”.

Vicente Piazzolla y Asunta Manetti, los padres de Astor, eran argentinos pero se mudaron a Nueva York cuando él tenía cuatro años. Así, se crió en Manhattan, escuchando los discos de Carlos Gardel y Julio de Caro.

El padre de Astor tocaba el acordeón y la guitarra y fue quien le transmitió su amor por la música. Cuando cumplió 8 años, Astor pidió de regalo un bate de baseball, pero su papá se apareció con un bandoneón usado.

Unos años después, Piazzolla y un amigo comenzaron a frecuentar el barrio de Harlem, donde solían tocar Cab Calloway y Duke Ellington. Por aquel entonces, Astor ya estudiaba música con Andrés D’Aquila, pianista argentino, y unos meses después con Terig Tucci, bandoneonista y arreglador.

Las influencias en el desarrollo musical de Piazzolla fueron de lo más variadas. Desde Gardel (con quien compartió pantalla en  “El día que me quieras”, donde un pequeño Astor interpretó a un vendedor de periódicos) hasta Bach y Chopin, pasando por la música klezmer.  “¡Todo influye! Los acentos rítmicos que utilizo se parecen incluso a los de la música popular judía que escuchaba en las bodas”, solía decir.

La vuelta al país y su relación con Aníbal Troilo

La familia Piazzolla volvió a Mar del Plata en 1937. Allí, continuó sus estudios de piano hasta los 18 años, y luego se fue a Buenos Aires, donde fue bandoneonista de varias orquestas de tango.

Todas las noches iba al Café Germinal a escuchar a Aníbal Troilo. Una noche, “Pichuco” necesitó un bandoneonista sustituto y le pidió a Astor que tocara algo a prueba. Fue contratado en el acto…

Piazzolla trabajó con Troilo como bandoneonista y arreglador durante cinco años, de 1939 a 1944. A veces no se ponían de acuerdo, pues Troilo prefería la sencillez y la música bailable, mientras que Piazzolla siempre estaba tratando de incorporar arreglos intrincados. Troilo le decía sin miramientos: “No, muchacho, eso no es tango”.

Aunque le dolía que Troilo no lo aprobara, Astor seguía tocando lo que le daba la gana. Eran distintos hasta en el modo de tocar: Troilo se sentaba y sostenía el bandoneón a la manera tradicional, pero Piazzolla prefería quedarse de pie y apoyar el instrumento sobre su pierna.

En 1942, Piazzolla se casó con Odette Wolff, llamada cariñosamente Dedé, con quien tuvo dos hijos: Diana Irene en 1943 y Daniel Hugo en 1945.

En 1946, Piazzolla formó su primer conjunto musical. Cabe mencionar que, a pesar de haber tocado en muchos centros nocturnos, nunca le gustó demasiado. Es que Piazzolla se había convertido en un músico de gran dedicación y disciplina. A veces, después de haber tocado hasta las cuatro de la mañana con Troilo en el club Tibidabo, asistía tres horas más tarde a los ensayos con la Orquesta Filarmónica del Teatro Colón. Piazzolla estaba seriamente empeñado en dominar el estilo clásico de composición.

Un transgresor del tango

En 1954, Astor y Dedé se mudaron a Francia, luego de que el músico compitiera por el premio Fabien Sevitsky y se ganara una beca para estudiar durante un año con Nadia Boulanger en París. Entre los discípulos de esta mujer figuraron compositores como Copland, Harris, Thomson, Carter, Quincy Jones, Berkeley y Piston. Sin embargo, Boulanger no tardó en decirle a Piazzolla que su música estaba “bien escrita, pero le faltaba sentimiento ”… fallo que solía emitir a la mayoría de sus discípulos.

Esto desalentó muchísimo a Piazzolla, quien por un tiempo se dedicó a recorrer las calles y a confiar sus males a sus amigos. Boulanger lo sacó pronto de su tristeza, cuando lo escuchó tocar tango. “Este es el verdadero Piazzolla”, le dijo.

Astor era un revolucionario del tango: además de usar tonalidades, colores y ritmos novedosos, así como armonías disonantes amplió el clásico sexteto de tango, incorporando un violoncello y una guitarra eléctrica. En 1955 fundó el Octeto Buenos Aires.

Nunca antes un conjunto de tango había incluido una guitarra eléctrica. Las reacciones fueron tan airadas que Horacio Malvicino, guitarrista en ese momento, recuerda haber recibido hasta amenazas de muerte.

Entre elogios y críticas, nace Adiós Nonino

Buenos Aires, a finales de los años 50, no constituía un ambiente ideal para que Piazzolla creara y difundiera su música. Descorazonado por ello, se marchó con su familia a Nueva York. Allí tuvo más suerte: su música despertó el interés de editores musicales y se planificó la grabación de un elepé.

Mientras vivió en Nueva York, Piazzolla conoció a varios destacados músicos populares con quienes incluso colaboró, entre ellos Tommy Dorsey, Glenn Miller, Ray Noble, Paul Whiteman y Johnny Richards, precursor del jazz progresivo.

A finales de 1959, Piazzolla recibió la noticia de que su padre había muerto en la ciudad de Mar del Plata. De su tristeza, surgió Adiós, Nonino, una de sus obras más conocidas. A lo largo de su vida, Piazzolla escribió no menos de veinte arreglos de esta pieza.

Al volver a Buenos Aires, en 1960, Piazzolla creó el Quinteto Nuevo Tango, formado por bandoneón, piano, violín, guitarra y contrabajo. En esta época, su música comenzó a llamar la atención en todo el mundo.

Balada para un loco, un antes y después en la historia del tango

A lo largo de esos años, varios choques explosivos con la prensa le dieron a Piazzolla una notoriedad considerable y su vida privada entró en un torbellino. Finalmente, en febrero de 1966, Piazzolla se separó de Dedé.

En 1967, Piazzolla empezó a colaborar con el talentoso poeta Horacio Ferrer. Su primera obra de importancia fue la ópera María de Buenos Aires. En el estreno de la obra la cantante principal fue Amelita Baltar, quien fue compañera de Piazzolla durante los seis años y medio siguientes. En 1969 lograron un éxito extraordinario con la canción Balada para un loco, que fue popular en toda América Latina. Esta canción no tenía nada en común con el tango tradicional en tema, estilo, versificación ni ritmo. La letra surrealista, ocurrente y de tema tan contemporáneo cuenta una historia que dura más de lo que normalmente dura una canción.

Se trata de una pieza tan alejada del modelo tradicional que marcó para siempre una línea divisoria del tango antes y después de Piazzolla. Cuando se estrenó en el Luna Park, el público manifestó su desaprobación arrojándole monedas al cantante. Sin embargo, a los cuatro días ya se habían vendido 200.000 discos. Piazzolla y Ferrer colaboraron en varios otros clásicos modernos.

En 1972-73, Piazzolla firmó un contrato con la municipalidad de Buenos Aires por el cual formó un noneto que resultó ser uno de sus mejores conjuntos. En 1974, exploró el estilo de jazz fusion al grabar con Gerry Mulligan Reunión cumbre, uno de sus álbumes de mayor éxito. “Gerry solía reír de incredulidad cuando recibía el cheque de las regalías año tras año”, recuerda su esposa Franca.22 En los años 70 la mayoría de los instrumentos de la música popular se sometían a una gran amplificación, y era frecuente que su sonido se modificara electrónicamente. Por esa época se introdujo el piano eléctrico Fender-Rhodes y el bajo eléctrico vino a sustituir al contrabajo tradicional. Piazzolla formó un octeto electrónico de vida efímera; el público europeo prefería los sonidos acústicos de sus conjuntos anteriores.

Llega el éxito y un nuevo gran amor

En 1976, el día en que cumplió 55 años, Piazzolla conoció a Laura Escalada, una mujer con quien iba a compartir el resto de su vida. En 1978 retomó el formato que le había dado los mejores resultados y fundó el segundo quinteto, formado por bandoneón, violín, contrabajo, guitarra eléctrica y piano.

De esta manera, Piazzolla estaba preparado para emprender innumerables giras internacionales por Europa, Japón y América. Obtuvo un gran éxito internacional y por primera vez en su vida empezó a hacer dinero. Fue entonces cuando compuso música para varios cineastas europeos, como Jeanne Moreau, Alain Delon, Nadine Trintignant, Marco Belocchio y Helvio Soto. Asimismo, colaboró con los bailarines soviéticos Vladimir Vassiliev y Ekaterina Maximova.

El 11 de junio de 1983, otorga un concierto en el Teatro Colón. En los años posteriores, el quinteto tocó en varios festivales de jazz: Ravenna, Niza, Pescara y Montreux.

Piazzolla se codeaba constantemente con músicos de jazz a quienes admiraba, como Miles Davis, Lionel Hampton, Pat Metheny, Michel Petrucciani y Jim Hall. El quinteto, reforzado por Gary Burton, cruzó medio mundo y llegó hasta Japón. En el festival de jazz de Sapporo, el talentoso guitarrista Al Di Meola conoció a Piazzolla. “Astor y yo nos hicimos amigos y admiradores mutuos, y establecimos una relación que siempre atesoraré”, dice Di Meola.

En 1987, Piazzolla y su quinteto se presentaron ante unas cuatro mil personas en Central Park; las críticas fueron elogiosas. Tiempo después, Gil Evans le dijo al propio Piazzolla que había sido “uno de los conciertos más increíbles” a los que había asistido en su vida. A los pocos días del concierto, Piazzolla fue a la Universidad de Princeton a grabar Concerto de Bandoneón con la orquesta de la Iglesia de St. Luke, dirigida por su viejo amigo Lalo Schifrin. Ese mismo año, Piazzolla asistió a un concierto del Cuarteto Kronos, que decidió incluir la composición en su siguiente álbum, Winter Was Hard, grabado en noviembre de 1987.

Sus últimos años y el merecido reconocimiento

La salud de Piazzolla empezó a menguar, y como consecuencia disolvió el quinteto. En 1988, fue operado de un cuádruple bypass. Con el alta médica, en 1989 formó un sexteto con dos bandoneones, piano, contrabajo, guitarra y violoncello. Sin embargo, se lo notaba fatigado y se cansaba con facilidad.

El 5 de agosto de 1990, Astor sufre una hemorragia cerebral en París. Su familia decidió llevarlo de regreso a Buenos Aires, donde tuvo que atravesar una dura experiencia de 23 meses que terminó con su muerte el 4 de julio de 1992.

Desde su fallecimiento, la reputación internacional de Piazzolla ha crecido extraordinariamente. Su música ha sido interpretada y grabada por una gran variedad de grupos, entre ellos el Cuarteto Kronos, los hermanos Assad y el Cuarteto G-String. Han grabado álbumes con música de Piazzolla gigantes del jazz como Al Di Meola, Gary Burton y Phil Woods, y artistas clásicos de la talla de Rostropovich, Daniel Barenboim, Emanuel Ax, Yo-Yo Ma, Gidon Kremer y los violoncellistas de la Orquesta Filarmónica de Berlín, entre tantos otros.

Para Piazzolla, la pregunta apremiante era: “¿Te gusta o no mi música?” Nunca rebajó sus normas para cortejar intereses comerciales. “Mi sueño —declaró alguna vez— es darle a conocer al mundo entero mi música y la música de mi país”.